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  • Gabinete de Psicoterapia

Las trampas de la sexualidad

Actualizado: 18 jul 2022


Una de las primeras cuestiones que surge respecto a la sexualidad es tan simple que, muchas veces, casi nadie se la plantea: ¿qué es la sexualidad? Parir es sexual, pero no es el acto sexual en sí mismo, sino una posible consecuencia del acto sexual; un beso es sexual; una caricia, también… Es decir, la sexualidad es un término abarcativo; sin embargo, en la ideología ambiente ha quedado reducida a la genitalidad. De ese modo, quedan empobrecidos los posibles acercamientos que se pueden hacer a ella.


Tampoco hay 'una' sexualidad que valga para todos. Existen cambiantes maneras de entenderla (poligamia, monogamia, heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, asexualidad, etc.) y que, en muchas ocasiones, no se excluyen entre sí. Y es imprescindible ser consciente de que cada uno se acerca a la sexualidad, la investiga, descubre y experimenta desde su propia historia personal, desde sus anhelos, frustraciones, deseos, expectativas, fantasías…


Esta realidad evidente choca con un observable, y es que muchas personas no tienen en cuenta la diferencia. 'El otro' estará de acuerdo (¡no puede ser de otra manera!) con los puntos de vista propios, de modo que si algo sale mal, 'el otro' va a tener siempre 'la culpa'. Negamos que los demás también tienen su propia historia personal. Estamos, desde luego, en un momento históricamente muy narcisista.


A nivel social, además, vivimos una época hipersexualizada. La publicidad, la música o el cine hacen referencias constantes y cada vez más explícitas a lo sexual (eso, sin contar con la omnipresencia del porno en internet), destilando y filtrando de forma permanente una ideología que 'vende' la sexualidad como algo trivial, cosificado y basado en lo físico, con un culto enfermizo a la imagen; es decir, excluyendo la parte psíquica del asunto, y sin tener en cuenta el corolario de emociones y sensaciones de todo tipo que se ponen en juego en un encuentro íntimo.


Uno puede pensar que todo este escenario no le afecta porque, al fin y al cabo, "son canciones o películas". Pero precisamente porque la persona se cree inmune a dichas influencias inciden más en su psiquismo de manera inconsciente, del mismo modo que muchísimos se declaran "no creyentes", pero dan "gracias a Dios" sin pensarlo cuando se sienten aliviados por algo. Por si fuera poco, nos encontramos en una parte del mundo que ha vivido, desde hace milenios, con una concepción pecaminosa y represiva de lo sexual; ¿de veras creemos que todo ese peso de la historia se borra en unos años de presunta liberación? Quizás detrás de toda esa hipersexualización ambiente lo que hay son intereses económicos de la industria del cine, de la música, etc.


El relato social de la sexualidad es uno, pero en la intimidad psíquica suelen suceder cosas muy distintas. Queriendo emular aquello que nos dicen que nos conducirá a la felicidad, muchas personas reprimen sus afectos, incapaces de mostrar sus inseguridades, temores o dudas con el compañero y, por el contrario, esforzándose en obtener un cuerpo perfecto y una imagen de invulnerabilidad que los lleva al sufrimiento y, en última instancia, a la neurosis: mujeres que creen que 'tienen que' liberarse y tener muchos amantes y se culpan y angustian inconscientemente por ello, hombres que están convencidos de que 'deben' aspirar a ser unos 'donjuanes' pese a que les sienta fatal, etc.


Además, las actuales formas de relacionarse con el otro (sexo esporádico de una noche, relaciones abiertas o sin compromiso, relaciones de pareja con o sin exclusividad…) complejizan la sexualidad porque son fuente de malos entendidos, ya que aparecen múltiples fantasías que, en general, no se suelen compartir; por ejemplo, personas que fantasean que una cita ocasional puede dar lugar a una relación, frente a otras que lo descartan completamente.


De modo que para vivir la sexualidad de forma sana es imprescindible, como punto de partida, un diálogo sincero, un intercambio que ocupe el lugar del parloteo vacío e incesante que se produce hoy en día en los medios y en las conversaciones cotidianas. La sexualidad mueve nuestros cimientos humanos más profundos, no es la postal que muestra un anuncio de perfume caro, y hay que encararla con el cuidado que requiere.


Extracto del texto que sirvió de apoyo a la charla-coloquio, con el mismo título, del 24 de enero de 2018 en Cincómonos Espai d’Art, Barcelona]



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